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Aventuras y desventuras de una Gran Cacho de Perkins

10/3/09

Feisbuk

Hace algunos meses, descubrí con asombro que la gente empezaba a preguntarme cosas que yo no entendía, como cuando le intentas preguntar a tu abuelo si recibió el sms que le mandaste el sábado y él te mira como si fueras de otro planeta... pues lo mismo, pero siendo yo el abuelo.

Y lo que me preguntaban venía a ser: "¿Estás en feisbuk?" o "¿Tienes el feisbuk?". Y yo ahí considerando la posibilidad de sacar el significado por contexto, como intento enseñarles a mis alumnos y así les ha ido a los mayores, que me han contao en el examen una historia inventada mucho mejor que la de las aves del César, pero totalmente incorrecta de pies a cabeza... Pues yo ahí dubitativa: "estar en feisbuk" puede ser una frase hecha como "estar en la parra", "estar en obras", "estar entre Pinto y Valdemoro", "estar en frenesí", "estar en público"... claro que combinao con el verbo tener, pues puede ser una enfermedad: "¿estás enfermo?" va bien con "¿tienes la gripe?". Amos, que después de estas cortas reflexiones tendí a preguntar directamente, ya que, como bien es sabido, soy una mujer y a las mujeres no nos importa preguntar cuando vemos que no llegamos a ninguna parte con los propios medios...

Resulta que todos sabían lo que era, tenía que ver con Internet y estaban emocionados, pero ninguno podía explicarlo para mi inteligencia. Pero, ¿qué es exactamente? Pueeees... como una página que tienes en la que puedes meter fotos e invitar a tus amigos. Pero con mogollón de cosas más. Aaaaah. ¿Y qué cosas? Pueeees... depende de lo que te guste. Hay juegos entre la gente. Yo me he comprao ya un prostíbulo en la guerra de pandillas. Aaaah.

Dejé de preguntar y olvidé el asunto. La siguiente vez, alguien volvió a nombrar aquello y yo otra vez: ¿Pero qué es eso? Pueeees... puedes entrar y ver mis fotos. Aaaaah. ¿Pero no me las puedes enseñar tú? Pueeees... sí, pero te tienes que esperar a que nos veamos. Aaaah. O sea, como siempre. ¡Jo, tía, que no es lo mismo, métete y míralo! Y yo, ya veré.

Pero no ví y la cosa duró más o menos hasta estas navidades en que mis hermanos pasaron a la acción y directamente me abrieron una cuenta en el muy famoso y necesario para la vida "feisbuk". Me enseñaron lo de la guerra de pandillas (aún no sé cómo se le retuerce la mano a nadie, pero ya veré), lo de los amiguitos y lo de los ex compañeros del cole. Por ahí me empezó a interesar: de repente me mandaba mensajes para "ser amigos míos" gente que hacía unos 15 años que no había vuelto a ver. Y empecé a investigar a mis compañeros del cole... y un montón estaban por alli! Ahora estamos todos conectados, sabemos lo que hacen los otros y nos contamos cosas como si aún estuviéramos en 8º de EGB. Incluso han organizado una cena (los kilómetros me han impedido ir, que si no...).

Descubrí que lo de las fotos es importante para reconocer a las personas o saber qué ha sido de éste o de aquél, así que colgué una foto mía para que la gente pudiera reconocerme a partir de ahora sin mi diadema de tupé (ejém). Y empezó el resto de las historias: que si te haces fan de la "Princesa Prometida", que si te secuestra tu hermana y te lias a secuestrar a gente para conseguir puntos para devolvérselas todas juntas, que si haces comentarios en las páginas de tu antiguo cole, de tu grupo erasmus, de tu ex compi de la facultad que ahora trabaja en un gran banco (y yo aquí con estos pelos), de tu ex compi de los recreos que ahora es una actriz rubia, alta y delgada que no habrías sabido que conoces(jijiji), que si encuentras otra excusa para las coñitas con gente con la que hace siglos que tenéis que quedar pero que no contesta nunca al móvil... De repente has vuelto a localizar a casi 100 personas y ahí están, contestan a todos los mensajes, te pasan fotos, suben otras en las que no quieres ser reconocida... un éxito.

Así que nada, ya que esta semana estoy dispuesta a las confesiones, reconoceré que sí tengo feisbuk, que sí estoy enganchada y que he colgado fotos para que las veáis. Ahí es ná.

9/3/09

Cuidado con el ejcalón...

Bueno, después de cierto tiempo de maduración de la idea, ha llegado la hora de reconocer pública y virtualmente que me he apuntado a un lugar de esos en los que me cobran por lo que antes en el colegio odiaba hacer: correr, sudar, sufrir, trabajar los michelines... vamos, que me he apuntado a un gimnasio este año y aunque no puedo ir mucho, algo voy. Notar, no noto nada salvo una cierta satisfacción por no haber estado sentada toda la tarde desde que llego a casa...

Por otra parte, he de comentaros que esto de la gimnasia ha cambiado bastante desde que tuve mi primer contacto con el mundillo. Al principio lo máximo eran las espalderas colgadas en las paredes de la sala dedicada a la siguiente hora de sufrimiento y, si acaso, las inmensas colchonetas, que me molaban bastante pero que no indicaban mejoría alguna en el plan, pues se usaban de cualquier otra forma a como yo las usaría. Al cabo del tiempo descubrías al fondo, casi fundidos con la pared, unos artilugios como el potro y la barra, pero vamos, que para una vez que te iban a hacer pasar por encima en todo el año tampoco es que te lo tomases muy en serio.

Después del colegio llegó el instituto, con novedades como los balones medicinales (o también conocidos como pelotas-super-pesadas, que nunca he entendido muy bien cómo puede ser medicinal una bola que parece super inocente y que te preparas para botar o patear y resulta ser un elemento de tortura para tu rabadilla o dedo gordo del pie, según el caso, que parecen trampa digna de cierto pajarito cabezón y amarillo con una vena sádica que...), la soga colgada del techo, la red de bádminton, la indiaca... elementos que le aportaban a todo el tema un algo entretenido y vivaracho que no dejaba de agradar, aunque luego hubiese que salir de clase, ducharse, cambiarse de ropa, acicalarse y llegar a la siguiente en sólo 5 minutos...

Cuando llegué a aquel odiado segundo de bachillerato lo de la gimnasia murió para mí, al menos de aquella forma. Continué sudando y sufriendo regularmente tres días a la semana, pero la cuestión no era tan agobiante (no había notas) ni tan poco divertida porque había un objetivo (darle a la pelotita para que pasase al otro campo por encima de la red al tercer toque), cosa que siempre he necesitado para distraerme de la desagradable sensación de "no puedo respirar" o "no siento las piennas" o " el flato me está matando". Y que lo hacía de manera voluntaria y ya desde hacía tantos años que no me apetecía dejarlo ahora que parecía que se me empezaba a dar bien ;)

El (no tan) esperado reencuentro llegó cuando, al cabo de algunos años, me fui de Erasmus a un país extranjero y empezó la cosa de "mantenerse en forma" a estar de moda, y como era totalmente gratis en la uni, ¿por qué no? Así que había que asomarse con las amigas, a ver cómo se entretenían los estudiantes alemanes en los ratos de ocio. Era la época en la que descubrí lo que me gustaba el aerobic: maravillosa opción en la que hay un elemento esencial que lo distingue de cualquier otra modalidad: CON MÚSICA?!?! GENIAL!! Era como la discoteca pero cualquier día de la semana. Volvemos a ese elemento distractor de lo que es el odiado "deporte en sí": el ritmillo, la música, que era justo la que me gustaba bailar si tenía suerte, la gracia de ver a todos haciendo lo mismo a la vez como si del Saturday Night de mi juventud se tratara... La verdad, y siendo sincera, la risa que me daba cuando no entendía ni jota a la monitora, todos iban para un lado menos 4 gañanes que nos íbamos de varas para el otro, el típico tío tirillas que se mete a algo que le supera pero que lleva puesto todo el equipo y se entrega con tesón sin límite, y demás momentos assurdos que esta modalidad deportiva ofrece a todo ser alegre y dicharachero... aquella risa en la que no sólo te duele el estómago de tanto reírte, sino que está prohibida, con lo cual te duelen las bolitas de contenerte, los pinchazos en el costaíllo te escalabran y las lagrimillas te resbalan sin ton ni son, no me permitía hacer todos los movimientos como la monitora se hubiera merecido que lo hiciera... pero bueno, como éramos las españolas del final, reconocidas mundialmente por pertenecer a un pueblo de alegres vividores sin preocupación ninguna, en cuyo país siempre brilla el sol... pues tampoco se rebotaba ni nada.

Volví a casa y me dediqué con más ahínco que nunca al volley, pero fue inevitable que cuando volví a Alemania una de las primeras cosas que hice fue pasarme por el Uni Sport a ver qué se movía. Y vaya si se movían cosas... Me metía a darle a la pelota y al aerobic alternativamente según quién fuera, y me lo pasaba bien. Pero luego tenían también un timo para aquellos incautos que se apuntan a un bombardeo que se llamaba "fitness". La historia es que también era con musiquilla y tú te confiabas, pero era como el deporte del cole (o peor), con dos modalidades diferentes: aquellos circuitos interminables que sólo constan de la eterna repetición de los mismos dolores, u hora y media corriendo sin parar. Estas novedades no me gustaron demasiado y pronto dejaron de verme por allí, si acaso iba a la maravillosa "gimnasia para mujeres", creada por un misógino para recordar a toda mujer que se apunta que, da igual cuánta esperanza tenga en reducir sus zonas "problemáticas", éstas nunca se reducirán por más que duelan. Y una se sorprende cada día de lo mucho que la grasa puede doler.

Bueno, desde entonces las cosas han vuelto a cambiar bastante: desde que vivo en este país, las cosas han dejado de ser gratis (espero no haber tenido nada que ver en el asunto, aunque mosquear, mosquea), y además ya no soy estudiante (ooooyoyoyoy), así que nada de Uni Sport. Lo de correr por la calle es algo que no me va, lo de salir cuando llueve o hace frío tampoco (o sea, 300 días al año tengo que sobreponerme a ello si quiero hacer algo que valga la pena y que no sea ir a currar), así que me estaba convirtiendo en una especie de ermitaña con gafas y boli rojo en las manos que observa su falta de movimiento y come para olvidarse... así que no me quedaba otra. La cuestión es que ahora he pasado a pertenecer a un grupo privilegiado de la sociedad de los que "van al gimnasio". Ahora salgo con mis leggings y mi botella de agua, mi toalla, mi neceser y el resto del equipamiento, llego al lugar L que tiene suelos de parquet, miles de aparatos que no sé usar, unos vestuarios como 5 veces mi casa, una sauna (para disimular que vas ahí a sufrir, te lo disfrazan de wellness), espejos y secadores por doquier, unas salas llenas de movidones que aún no sé para qué serán pero que ahí están, observándome desde que llego... y los escalones. No es una escalera, no. Son escalones separados. Es un elemento muy apreciado para una cosa que he descubierto ahora (a esta madura edad, ejém): el "step".

Y es que antes tú te ponías ante una escalera, suspirabas e intentabas subirla con la mayor dignidad y optimizando el esfuerzo para que pasase o lo más rápido o con el menor sufrimiento posibles. La subías, y a otra cosa. Ahora no, ahora vas al gimnasio y ahí cada uno tiene un trocito de esa escalera para él solo, personal e intransferible; un escalón propio para subirlo y bajarlo, y volver a subirlo y volverlo a bajar, ahora con un pie, ahora con los dos, alternativamente, nos subimos completamente, hacemos figuritas, damos vueltas, saltitos, nos bajamos sólo con un pie, ahora sí, ahora no... todo esto a una velocidad comparable a cuando llegas tarde al tren y te lanzas de cabeza contra el escalón; velocidad que marca una energúmena en otro escalón subido a un pequeño escenario delante de todos con un micrófono como el de la Spears para poderte meter caña desde arriba y a todo volumen, diciéndote cosas ininteligibles "enapennnndaun!!" o "sambachacha", o "KICKIIIIT!!!". Yo recuerdo que antes, si no me daba la risa, podía seguir una clase de aerobic sin mayores problemas. Ahora no tengo tiempo ni para que me dé la risa. Con esto del step es imposible no perderse 3 o 4 veces cada cuarto de hora. Me pregunto cuánto tiempo han necesitado el resto, y no olvidemos que son alemanes y eso del ritmo lo han tenido que aprender e integrar en sus cerebros como las derivadas en el cole, para conseguir mantenerle el ritmo a la loca esa del micrófono que no hace más que fliparse cada vez más y decir más y más cosas ininteligibles una detrás de la otra sin inmutarse. Y luego va y las repite todas en orden... y la gente se acuerda!! Yo qué sé qué venía después de la patada con la derecha después de haberme subido y haber incrustado rodilla con repeat con la izquierda tres veces antes de subir los brazos mientras hacía la rueda subida al escalón!?!?!?!?! Si yo lo único que estoy pensando es que ya no me quedan pulmones después de sólo cuarto de hora y me estoy planteando la mejor manera de no caer sin sentido antes de que acabe la clase, dentro de tres veces el tiempo que llevamos subiendo y bajando el escalón!!!!

En fin, que yo creo que esta fase de gimnasio va a ser la última en mi vida de persona motivada y sana y deportista, porque viendo el desarrollo de los acontecimientos, me da miedín lo que pueda surgir en los próximos años a este respecto... aprovecharé cuando vaya a casa para alquilarme un bote en el lago de El Retiro y remar un poquito, y ya. Un besote a todos, hasta otra.

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