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Aventuras y desventuras de una Gran Cacho de Perkins

9/3/09

Cuidado con el ejcalón...

Bueno, después de cierto tiempo de maduración de la idea, ha llegado la hora de reconocer pública y virtualmente que me he apuntado a un lugar de esos en los que me cobran por lo que antes en el colegio odiaba hacer: correr, sudar, sufrir, trabajar los michelines... vamos, que me he apuntado a un gimnasio este año y aunque no puedo ir mucho, algo voy. Notar, no noto nada salvo una cierta satisfacción por no haber estado sentada toda la tarde desde que llego a casa...

Por otra parte, he de comentaros que esto de la gimnasia ha cambiado bastante desde que tuve mi primer contacto con el mundillo. Al principio lo máximo eran las espalderas colgadas en las paredes de la sala dedicada a la siguiente hora de sufrimiento y, si acaso, las inmensas colchonetas, que me molaban bastante pero que no indicaban mejoría alguna en el plan, pues se usaban de cualquier otra forma a como yo las usaría. Al cabo del tiempo descubrías al fondo, casi fundidos con la pared, unos artilugios como el potro y la barra, pero vamos, que para una vez que te iban a hacer pasar por encima en todo el año tampoco es que te lo tomases muy en serio.

Después del colegio llegó el instituto, con novedades como los balones medicinales (o también conocidos como pelotas-super-pesadas, que nunca he entendido muy bien cómo puede ser medicinal una bola que parece super inocente y que te preparas para botar o patear y resulta ser un elemento de tortura para tu rabadilla o dedo gordo del pie, según el caso, que parecen trampa digna de cierto pajarito cabezón y amarillo con una vena sádica que...), la soga colgada del techo, la red de bádminton, la indiaca... elementos que le aportaban a todo el tema un algo entretenido y vivaracho que no dejaba de agradar, aunque luego hubiese que salir de clase, ducharse, cambiarse de ropa, acicalarse y llegar a la siguiente en sólo 5 minutos...

Cuando llegué a aquel odiado segundo de bachillerato lo de la gimnasia murió para mí, al menos de aquella forma. Continué sudando y sufriendo regularmente tres días a la semana, pero la cuestión no era tan agobiante (no había notas) ni tan poco divertida porque había un objetivo (darle a la pelotita para que pasase al otro campo por encima de la red al tercer toque), cosa que siempre he necesitado para distraerme de la desagradable sensación de "no puedo respirar" o "no siento las piennas" o " el flato me está matando". Y que lo hacía de manera voluntaria y ya desde hacía tantos años que no me apetecía dejarlo ahora que parecía que se me empezaba a dar bien ;)

El (no tan) esperado reencuentro llegó cuando, al cabo de algunos años, me fui de Erasmus a un país extranjero y empezó la cosa de "mantenerse en forma" a estar de moda, y como era totalmente gratis en la uni, ¿por qué no? Así que había que asomarse con las amigas, a ver cómo se entretenían los estudiantes alemanes en los ratos de ocio. Era la época en la que descubrí lo que me gustaba el aerobic: maravillosa opción en la que hay un elemento esencial que lo distingue de cualquier otra modalidad: CON MÚSICA?!?! GENIAL!! Era como la discoteca pero cualquier día de la semana. Volvemos a ese elemento distractor de lo que es el odiado "deporte en sí": el ritmillo, la música, que era justo la que me gustaba bailar si tenía suerte, la gracia de ver a todos haciendo lo mismo a la vez como si del Saturday Night de mi juventud se tratara... La verdad, y siendo sincera, la risa que me daba cuando no entendía ni jota a la monitora, todos iban para un lado menos 4 gañanes que nos íbamos de varas para el otro, el típico tío tirillas que se mete a algo que le supera pero que lleva puesto todo el equipo y se entrega con tesón sin límite, y demás momentos assurdos que esta modalidad deportiva ofrece a todo ser alegre y dicharachero... aquella risa en la que no sólo te duele el estómago de tanto reírte, sino que está prohibida, con lo cual te duelen las bolitas de contenerte, los pinchazos en el costaíllo te escalabran y las lagrimillas te resbalan sin ton ni son, no me permitía hacer todos los movimientos como la monitora se hubiera merecido que lo hiciera... pero bueno, como éramos las españolas del final, reconocidas mundialmente por pertenecer a un pueblo de alegres vividores sin preocupación ninguna, en cuyo país siempre brilla el sol... pues tampoco se rebotaba ni nada.

Volví a casa y me dediqué con más ahínco que nunca al volley, pero fue inevitable que cuando volví a Alemania una de las primeras cosas que hice fue pasarme por el Uni Sport a ver qué se movía. Y vaya si se movían cosas... Me metía a darle a la pelota y al aerobic alternativamente según quién fuera, y me lo pasaba bien. Pero luego tenían también un timo para aquellos incautos que se apuntan a un bombardeo que se llamaba "fitness". La historia es que también era con musiquilla y tú te confiabas, pero era como el deporte del cole (o peor), con dos modalidades diferentes: aquellos circuitos interminables que sólo constan de la eterna repetición de los mismos dolores, u hora y media corriendo sin parar. Estas novedades no me gustaron demasiado y pronto dejaron de verme por allí, si acaso iba a la maravillosa "gimnasia para mujeres", creada por un misógino para recordar a toda mujer que se apunta que, da igual cuánta esperanza tenga en reducir sus zonas "problemáticas", éstas nunca se reducirán por más que duelan. Y una se sorprende cada día de lo mucho que la grasa puede doler.

Bueno, desde entonces las cosas han vuelto a cambiar bastante: desde que vivo en este país, las cosas han dejado de ser gratis (espero no haber tenido nada que ver en el asunto, aunque mosquear, mosquea), y además ya no soy estudiante (ooooyoyoyoy), así que nada de Uni Sport. Lo de correr por la calle es algo que no me va, lo de salir cuando llueve o hace frío tampoco (o sea, 300 días al año tengo que sobreponerme a ello si quiero hacer algo que valga la pena y que no sea ir a currar), así que me estaba convirtiendo en una especie de ermitaña con gafas y boli rojo en las manos que observa su falta de movimiento y come para olvidarse... así que no me quedaba otra. La cuestión es que ahora he pasado a pertenecer a un grupo privilegiado de la sociedad de los que "van al gimnasio". Ahora salgo con mis leggings y mi botella de agua, mi toalla, mi neceser y el resto del equipamiento, llego al lugar L que tiene suelos de parquet, miles de aparatos que no sé usar, unos vestuarios como 5 veces mi casa, una sauna (para disimular que vas ahí a sufrir, te lo disfrazan de wellness), espejos y secadores por doquier, unas salas llenas de movidones que aún no sé para qué serán pero que ahí están, observándome desde que llego... y los escalones. No es una escalera, no. Son escalones separados. Es un elemento muy apreciado para una cosa que he descubierto ahora (a esta madura edad, ejém): el "step".

Y es que antes tú te ponías ante una escalera, suspirabas e intentabas subirla con la mayor dignidad y optimizando el esfuerzo para que pasase o lo más rápido o con el menor sufrimiento posibles. La subías, y a otra cosa. Ahora no, ahora vas al gimnasio y ahí cada uno tiene un trocito de esa escalera para él solo, personal e intransferible; un escalón propio para subirlo y bajarlo, y volver a subirlo y volverlo a bajar, ahora con un pie, ahora con los dos, alternativamente, nos subimos completamente, hacemos figuritas, damos vueltas, saltitos, nos bajamos sólo con un pie, ahora sí, ahora no... todo esto a una velocidad comparable a cuando llegas tarde al tren y te lanzas de cabeza contra el escalón; velocidad que marca una energúmena en otro escalón subido a un pequeño escenario delante de todos con un micrófono como el de la Spears para poderte meter caña desde arriba y a todo volumen, diciéndote cosas ininteligibles "enapennnndaun!!" o "sambachacha", o "KICKIIIIT!!!". Yo recuerdo que antes, si no me daba la risa, podía seguir una clase de aerobic sin mayores problemas. Ahora no tengo tiempo ni para que me dé la risa. Con esto del step es imposible no perderse 3 o 4 veces cada cuarto de hora. Me pregunto cuánto tiempo han necesitado el resto, y no olvidemos que son alemanes y eso del ritmo lo han tenido que aprender e integrar en sus cerebros como las derivadas en el cole, para conseguir mantenerle el ritmo a la loca esa del micrófono que no hace más que fliparse cada vez más y decir más y más cosas ininteligibles una detrás de la otra sin inmutarse. Y luego va y las repite todas en orden... y la gente se acuerda!! Yo qué sé qué venía después de la patada con la derecha después de haberme subido y haber incrustado rodilla con repeat con la izquierda tres veces antes de subir los brazos mientras hacía la rueda subida al escalón!?!?!?!?! Si yo lo único que estoy pensando es que ya no me quedan pulmones después de sólo cuarto de hora y me estoy planteando la mejor manera de no caer sin sentido antes de que acabe la clase, dentro de tres veces el tiempo que llevamos subiendo y bajando el escalón!!!!

En fin, que yo creo que esta fase de gimnasio va a ser la última en mi vida de persona motivada y sana y deportista, porque viendo el desarrollo de los acontecimientos, me da miedín lo que pueda surgir en los próximos años a este respecto... aprovecharé cuando vaya a casa para alquilarme un bote en el lago de El Retiro y remar un poquito, y ya. Un besote a todos, hasta otra.
Jomments:
¡Pero hombre, perohombre, perombre! No sabes cuánto me alegra que Te hayas apuntado a una de esas mazmorras de diseño. Porque ya que vas, ¿podrías hacerte un par de horas por mí? Si no es por no ir, ejque si ya vas Tú ¿paqué?¿paqué voy a ir yo? Luego cuando salgas me mandas un mensajito o algo así para que yo me dé por enterado de las calorías que tengo que descontarme y listo. ¿a que es un plan estupendo?
Terron
 
¡Que te crees tú eso! Bastante me cuesta ir por mí, como para ir por tí también. Yo si quieres, te regalo un ejcalón por tu cumple. Llego y te digo: "Toma, tu ejcalón. Y ahora, a hacer gimnasia con él" Que fue básicamente lo que me imaginé que habría pasado con toda esa gente con su ejcalón preparaos para darle al tema cuando llegué la primera vez. Y no me extrañó nada que estuvieran ahí paraos delante de su ejcalón, sin saber qué hacer, porque imagínate qué ibas a hacer tú con uno de esos... pues subir y bajar un par de veces, si acaso un par de saltitos... y ya. Hasta que llega la piba esa flipadísima con sus movimientos de diseño y te dice lo que tienes que hacer con él, y anda que no le sacas partido a la tontería!! nada, o te lo regalo con piba, o te quedas sin él. Pero no te la aconsejo porque grita mucho, a lo mejor puede hacer S. un cursillo y ya está, que es más tranquila y menos amenazadora...ya me diréis.

Y hablando de planes estupendos: aquella cenita en la que me ibas a explicar no sé qué... ¿os viene bien en algún día, digamos, entre el 8 y el 15 de abril? No, si no por nada, sino por irlo dejando caer...Un besote
 
Eso es semana seint. Es posible que no estemos aquí. Ya Te confirmaré. Pero en el peor de los casos, se puede hacer el 13, 14 ó 15. Así que cuenta con ello, vete pensando en la hora que nosotros pensaremos en el menús.
He hablado con S. sobre lo de que haga Ella el cursillo, pero como todaía tenía un gran reguero de zetas posado en los párpados la cosa ha quedado inconclusa.
Pero que sepas que Te enrollas muy poco. Porque yo que pensé que Tú sí que ibas a saber valorar lo que cuesta meterse en una cosa de esas, y que como Tú yastabas metida pues...¡qué decepeción!
Terron
 
Dile que durmiendo no se puede hacer el cursillo, no... la tía esa hace de todo menos dormir...

Yo me enrollaría pero es que con lo poco que estoy yendo últimamente permíteme que las calorías me las quite yo... siento la decepeción, otra vez será, si quieres te regalo las horas que me hago todas las semanas de sustitución en el cole, o cada chocolatismo que me meta pal cuerpo (para compensar, claro), o un par de puntos de examen... no sé... ya me dirás qué tape. Pero lo del descuento de calorías... además, si a tí no te sobran!!!
 
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