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Aventuras y desventuras de una Gran Cacho de Perkins

19/2/05

Momentos del Carnaval

Colonia, como siempre, un frio de la leche. Nosotras, como siempre, juntas en este momento trágico-cómico del año, con pelos de punta, coletas, pantalones de pirata, faldas estrafalarias, tocados imposibles, blusas brillantes... Como siempre, toca ir al carnaval, y es un momento para ir de fiesta entre amigas, hacer un poco (o un bastante) el loco y refrescarse a la mañana siguiente la memoria unas a otras con lo que se hizo y no se hizo... cosa que suele ser motivo de risas para unas, y mejillas coloradas para otras. Y es que momentos como éste no se repiten así como así y ¡¡hay que ir preparadas para todo!!

Una amiga no hace eso...
- ¿Qué es de Maribel? - dice a una de las primeras en llegar la anfitriona de este año - Hace un montón que no sé nada de ella...
- Yo tampoco, ¡¡no la veo desde antes de Navidad!!
- Oye... - añade la primera con tono artificialmente preocupado - ¿ se habrá muerto?
- ¿¡Qué dices, tia!? - se escandaliza la otra, evidentemente sin pensarlo demasiado - ¡Cómo va a morirse así, de un día para otro...!

Viejos conocidos...
Estamos todas dale que te pego a la húmeda mientras nos colocamos el ejército de horquillas, ponermos recta la costura de los leotardos (aquí no sabemos qué es eso de llevas sólo medias), nos pintamos unas a otras con la copa en la mano (mejor no comentar cómo queda el resultado, claro... ¡muy carnavalístico, podríamos decir!), cosemos los últimos retales (bueno, eso sólo Anita, que las demás no estamos por la labor: una cuerda o un imperdible y arreando, jeje) ... y suena el timbre y aparecen los invitados de la otra anfitriona, la compi de piso de nuestra amiga.
Nos saludamos todos diciendo nuestros nombres rápidamente en el pasillo y nosotras volvemos a nuestros quehaceres disfraciles.
- El chico de las gafas me suena, ¿no será de Bochum?
- Sí, es el ex de mi compañera
-¿Sí? ¡Pues le conozco! Es el novio de una amiga mía que estuvo de erasmus...
- ¿Italiana?
- No, es española, claro, y ahora está en Madrid
- Ah, pues será que lo han dejado, porque en Bochum él está ahora con una italiana...
Me quedo con el resonar de esta última frase en la cabeza... Pero puede ser que lo haya dejado con mi amiga, ya que hace mucho que no sé nada de ella. Claro que cuando me paro a pensar que, claro, la chica ésta no parece que lo tenga muy superado, que le visita ella a su vez en Bochum, teniendo en cuenta el número de camas, y cómo se habla del tema... parece que la italiana tendrá dificultades para atravesar las puertas.

El hombre-tambor
Con nuestro muchachito alemán viene un venezolano que parece bastante majo. Habla con nosotras con mucha confianza, hace bromas y se ve que está dispuesto a dar todo en la fiesta... Nos damos cuenta de un pequeño detalle: "fíjate, que gracioso, se ha traido un tambor". En realidad es un bongo "supercoolalternativo" que se trae a la fiesta, por supuesto. Por el camino nos cuenta anécdotas de su fiel compañero, como aquella vez que lo tenía lleno de manzanas y todo el mundo le preguntaba de qué era el disfraz...
Tenemos que ir a una fiesta de estudiantes latinos que han abierto un bar sólo para nosotros... Nos miramos un poco extrañadas, ya que dudamos desde lo más profundo de nuestro ser que vayamos a tener un carnaval normal bailando todo el rato salsa... pero bueno, habrá que ir a ver. El bar resulta un zulo en algún lugar del centro en el que cabrían 4 gatos si no fuera porque de alguna forma sabemos hacerle un zip a nuestro disfraz (gracias al duro entrenamiento en el metro de Madrid, en nuestro caso; no sé cómo el resto de la gente lo consiguió) y nos incrustamos en la multitud de hispanohablantes. En los altavoces, las voces de grupos conocidos españoles y del otro lado del charco, la típica fiesta... de siempre. Lo único que no es nada típico ni normal es cierto indivíduo venezolano que insiste en "acariciar" nuestros tímpanos con un grupo de tonos samberos de bongo, q en Rio pueden estar bien, pero toda la noche en un garito petao de gente justamente a escasos centímetros de tu lóbulo izquierdo... pues NO.
Al final de la noche, podían aún escucharse los gritos de una de las nuestras, que le espetaba:
- ¡Te voy a matar! ¡Que de verdad que te lo meto por el culo! ¡Deja ya el juguetito eseeeeeee!
A lo que él, sin inmutarse un pelo y con las manos danzando en la penumbra sobre el tamborcito dichoso, respondía con su mejor sonrisa:
- Pero si lo toco sólo para ti... sólo para ti...
Para ella y para cientos de personas borrachísimas a los que les daba igual, porque no llevaban toda la noche con el ritmo brasileiro sobre los hombros...

Los verdaderos carnavales.
En nuestro haber tenemos a una mallorquina a la que (a pesar de que ella se siente de los "paisos catalás" y se siente oprimida porque nosotras somos de Madrid y teníamos una bandera muy grande de España en la plaza de Colón) queremos enseñar los verdaderos y míticos carnavales de Colonia (sin acritud) y claro, en este típico bar de copas que bien podría estar en su isla natal, no se puede... total que promovemos un mutis por el foro (ayudados por toda la gente de la fiesta, que por lo visto también se van yendo a la chita callando...) y nos acercamos a la Zülpicher, donde está todo el meollo de la cuestión, y donde, después de ver unos cuantos bares petados, nos despistamos y ... ¡de nuevo los super latinos nos meten en un bar de cocteles latino, y otra vez la misma historia!!
Intentamos sublevarnos mientras que los sudaquillas de detrás bailan emocionados el aserejé, pero parece que la multitud no nos hace caso... hasta que ante nuestros estupefactos (y maltratados por el tamborcito de los co... legas, no nos olvidemos) oídos podemos reconocer perfectamente la inolvidable melodía de "El Venao". Esto es más de lo que nos habíamos podido pensar en un primer momento, y nos importa tres tambores si el resto se viene con nosotras o no, ¡nos piramos al bar típico de enfrente!
Pero hete aquí que mientras emprendemos la retirada, viene el "ex" alemán:
- ¿A dónde vais?
- Nos vamos a ver un poquito si tú quieres el carnaval alemán de verdad...
- ¿El carnaval alemán? ¡Pero si eso no existe!
- Ah, ¿no? Joder, pues menos mal que me lo dices porque entonces al salir tendré que mirar a Peter Pan, la Abeja Maja, los cientos de payasos y demás subnormales de la calle con otros ojos...
- ¿Quieres conocer el verdadero Carnaval?- se atreve todavía a decirme, el muy alternativo - eso sólo existe en la plaza de ahí arriba, donde la gente le da al tambor.
- Ah, ¿que hay más de esos?- no sabía yo que el carnaval lo celebrasen en Jamaica también... - Yo jamás los he visto pero te puedo asegurar que el Carnaval de Colonia, sí, y varios años...
En fin, el insensato aún intenta retener a una de mis amigas, la que más cabreada está, jejeje. Casi se lo come, y nos vamos.

El pollo y la p...
"Si triunfa una, triunfa el equipo". Eso he pensado siempre. Por eso me dedico a otear el horizonte en busca de posibles "presas" para mi amiga en disposición de "cazar", no sé si mejplico... y encuentro... encuentro... UN POBRE E INOCENTE POLLO!!! Qué mono, todo amarillito, con cresta, con colita... y con compañeros. Vaya, entre ellos, 2 muchachitas, de las cuales una no se separa de él. Mi amiga me dice que no es posible, que ese suculento manjar no fue jamás alimentado para que lo cocinase ella...
Pero yo insisto, porque la p... polluela? no hace acercamientos y él parece realmente riquín... hasta que sale del garito y pasa por nuestro lado, y en ese preciso instante nos damos cuenta de que en materia de plumas no sólo tiene las del disfraz... si ustedes me entienden...

Los inocentes alemanines...
Me olvido del tema ex hasta que vuelve a aparecer, al final parece que ha dado su brazo a torcer para venirse con la "plebe" y, de paso, obsequiarnos con un tambor. Una vez bebido todo lo posible y más, con apuesta de "auf ex" de por medio y todo, y con la simple intención de quitarle tensión al ambiente, me he acercado a hablar con ellos, y él, que está hablador, pues está como que - ¡mira el mudito! si parecía que no había roto un plato en su vida - tirándome los tejos!! sí, al principio sólo me parece un poco assurdo que me jomente que él normalmente intenta ligar con varias en una misma fiesta... pero no me doy cuenta del pastel hasta que le da por preguntarme si conozco el beso alemán y, encima, ¡me lo quiere demostrar!
O sea, que el buen muchacho, no contento con la ex y la de ahora quiere nuevos aires... Ni que decir tiene que la pobre muchacha le espeta que tengo novio y lo saca de alli enseguida (por lo que pudiese pasar), y yo alucino con las capacidades del alemanín.
Una vez en Bochum, y tras las pesquisas pertinentes, me entero de que además está con una peruana que lleva años por aquí, pero que se va a ir casualmente a vivir a Berlín, y que, también casualmente, mi amiga parece que irá a su encuentro... ¡y parecía tonto!

Aber mach schnell, Mensch!!!!!
En el metro, en Alemania, a uno le pueden asaltar las experiencias más assurdas de su vida, y más en una ciudad como Colonia en un momento como los Carnavales... pero esto no me lo esperaba yo:
Resulta que, saliendo del metro, se encuentra una pareja de ancianos alemanes. Ella con unas bolsas y el pobre hombre, con un bastón y bastantes dificultades para andar. Llegan a las escaleras mecánicas de la salida y la mujer, descompuesta de los nervios, oye llegar al tranvía, en la parada que hay al final de las mismas. Sorprendentemente, ella le chilla a él un "¡Pero date prisa, hombre!" y acto seguido, ni corta ni perezosa, le arranca el bastón de la mano al viejecito, que a duras penas alcanza la escalera mecánica sin tal punto de apoyo. ¡Como si fuese a echarse a correr inmediatamente! Claro, es que el bastón es sólo un impedimento, si él está sanote como un roble... La mujer aún le regaña amargamente porque siempre están con lo mismo... Ah, y al final y contra todo pronóstico, consiguieron coger el tranvía. Claro, seguro que el pobre tenía miedo de que le quitase también los dientes postizos, el marcapasos y demás trastos inservibles, si es que no llegaban... en fin, lo que hay que ver.

Bueno, pues eso era todo por hoy. Sigo pidiendo perdón a todos los que esperaban este post a tiempo, en su momento, vamos. Últimamente se me hace imposible hacer las cosas justo cuando tienen que ser, lo siento. Espero poder escribiros pronto. Un beso muy grande, assurdines míos, os echo de menos.

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