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Aventuras y desventuras de una Gran Cacho de Perkins

17/4/05

Pesadillasssssss...

Pues sí, hace algún tiempo que sufro un mal menor que quería compartir con vosotros, sufridores de mis assurdeces. Son malos sueños que en ningún momento me obsesionan o me preocupan especialmente; simplemente, es el hecho de que estén ahí lo que me sorprende y me deja atónita cada mañana... ¿Cómo es posible que tenga una mente tan retorcida, que cuando le dejo libres las alas me reproduce vidas y actos tan extraños? Sobre todo, sin tener precedente en nada que me haya ocurrido o haya pensado en los últimos tiempos (vamos, nunca he pensado cosas semejantes, pero me refiero a que ni siquiera he visto películas extrañas con tales temas ni nadie me ha comentado historias raras...). ¿Cómo es posible que tenga tanto miedo de algo que sé que no ocurre, que me angustien cosas que veo ilógicas e imposibles, que sé que no son verdad; que dejen fuera de juego por unas horas fantasmas que no tienen ni pies ni cabeza, que jamás vi? En fin, voy a contar alguno de los que me acuerdo para que veáis lo rara que puede llegar a ser mi subconsciente personalidad...

Sueño 1: Hace algo así como un mes, soñé que mis padres entraban en bancarrota. Empaquetaban todo lo que teníamos en casa y "nos" cambiaban de casa haciendo la mudanza más extraña que yo haya visto: poniendo todos los muebles, cajas, revistas, objetos... todos en una columna enganchada a la baca de un coche que no tenemos, hasta que tenían la altura de unos dos pisos, y haciendo malabarismos conseguían llevarlo todo hasta la otra casa, un pequeño piso en algún suburbio de Madrid. Una vez allí y sin mediar palabra conmigo ni con ninguno de mis 8 o 10 hermanos (?!?!?!?!?!), desaparecían de nuestras vidas. Yo era la única que notaba la maniobra y, contra todo pronóstico, comprendía y aceptaba su cobarde postura de largarse dejándonos con todo el marrón. Así que mi mayor preocupación era pensar cómo iba a sacar a mis hermanos (a los dos de la vida real, que por supuesto estaban por ahi, y a los demás chiquitines que parece ser que también pertenecían a la familia a pesar de ser la primera vez que los veía...) del hambre y la pobreza yo sola. Con lo cual, decidía ponerme a dar clases particulares todas las horas del día y a repartir otros trabajitos entre los chavalines, de acuerdo con su edad y sus habilidades y diferentes posibilidades en el mercado laboral. Por ejemplo, a mi hermana la mandé al hospital a trabajar de enfermera, a mi hermano lo ponía a descargar camiones (ejém, lo siento), a otro pequeño lo mandé a la Gran Vía a limpiar zapatos, otro estaba de botones en un hotel... (por otra parte, todo esto dice mucho del mundo en que vivo en mi subconsciente y los detalles que tengo clavados en la cabeza desde pequeña, ya que reflexionando me di cuenta de que el limpiabotas del Cine del Palacio de la Música, creo, siempre me ha llamado mucho la atención, así como cuando mi abuelo cuenta que estuvo trabajando de botones de pequeño a mediados del siglo pasado...). Así los tenía a todos estrechamente controlados como jefa de nuestra pequeña empresa de trapicheos familiar, me sabía sus horarios, los llevaba y traía, los levantaba por la mañana, etc., y todos se sometían a mi innegable autoridad con una profesionalidad sorprendente en niños menores de 15 años... Y así funcionaba la cosa hasta que un día me dí cuenta al llegar a casa después de una larga jornada de que Golfo, mi perro (también abandonado como un... chaval), había desaparecido. Y el primer pensamiento de mi
personaje onírico me encanta:

- "¡Cabrones! ¡¡¡¡Han vendido al Golfo!!!"

Me puse a llamarlos a todos como loca y a preguntar qué habían hecho con el pobre perro, que no tenía la culpa de lo que estaba pasando, mientras me iba sumiendo en una angustia ascendente que llegó al clímax cuando mi hermano, el de verdad, me dijo que fuese histérica, que había salido un poco a tomar el aire... silbó y ahí estaba, todo amarillito, flaco y nervioso, como siempre, el Golfi... y yo de la angustia liberada, me desperté aún con el susto.

Tardé unos minutos aún en comprender que todo había pasado, pero entonces el estupor del "por qué leches me da por soñar eso???" me dejó un buen rato pensando. Ahora puedo decir que, tras un profundo análisis, las conclusiones son las siguientes:
1. parece ser que la independencia y la vida laboral me afectan y me preocupan
2. está claro que echo de menos a mis hermanos y a mi perro más de lo que estoy dispuesta a admitir
3. parece que en mi mente aún hay resquicios de la vida de antes, en la que era normal que un chavalín trabajase a su tierna edad en lugares como la calle o un hotel...
4. una idea recurrente es que no me fío de mi familia, ya que no me sorprende que mis padres nos abandonen y me pienso a la primera de cambio que mis hermanos venderían a cualquiera en una situación extrema...

Sueño 2: hace muy poco he soñado que vivía con un personaje de novela de terror. Un tío que no se sabe muy bien si lo que le pasa es que no tiene suficientes puntos en su coeficiente, o si es un salido con aficiones verdaderamente extrañas e inexplicables, o si, como yo intuía durante todo el sueño, es un psicópata asesino directamente. Y vivir con una persona así no es fácil, en absoluto.
Todas las imágenes que en el sueño se me ofrecían de este ser con pinta de contable con gafas (sólo que enorme y con una cara de no saber dónde se encuentra su mano derecha y dónde la izquierda) parecían del todo inofensivas y posibles, si no llega a ser por el ambiente incómodo de todo el sueño (como si tuviese la música de fondo de una peli de miedo pero sin música, parecido a cuando se camina por un lugar oscuro e interminable y se tiene la extraña sensación de que es observado...) y por la imagen de la bañera. Sí, en un momento dado le pillo bañándose con unos 15 o 20 patitos de goma amarillos (como el de Epi) y una especie de máquina con ruedas dentadas y un cierto mecanismo que acciona con un brazo y la pierna del lado contrario en alto, de forma que genera una corriente de agua en la bañera que hace que los patitos vayan y vengan... que sí, que es muy raro y no tiene por qué ser un psicópata, pero todo en el sueño parecía perverso e incluso, de alguna manera, sucio.
Pensaréis que estoy loca y no era para tanto. Es que os falta información, pero quien sea aprensivo o miedoso que no lea este párrafo, porque se va a volver un poco desagradable. Lo mejor del sueño eran unas escenas intercaladas en las que aparecía un tío lleno de sangre que se paseaba con su cuerpo deformado desnudo por mi subconsciente, y al que se veía cada vez más de cerca hasta que al final me daba cuenta con horror(porque podía verlo) de que tal hombre no era realmente quien se movía, sino la víctima del asesino que llevaba dentro, para el que tal cuerpo era sólamente una especie de traje, como las pieles de oso o de león para los indígenas... es decir, que vi unos ojos brillantes dentro de la boca del otro, y me di cuenta de que había otra persona metida en ese cuerpo que yo veía, que era la que se movía en realidad. De ahí la sangre, lo extraño del sueño, y el miedo. Un miedo atroz con el que desperté temblando, que incluso empecé a tenerlo de la persona a la que quiero porque estaba al lado, durmiendo plácidamente.

Para este sueño no tengo conclusiones. Estoy tan alucinada de haber soñado esto que no sé qué pensar. He de decir que no he visto una peli de miedo en el último medio año, si podemos descontar Alien, pero vamos, es que de miedo miedo tampoco era... Libros truculentos tampoco suelo leer. La imagen del compañero de piso creo haberla en algún anuncio de la tele o algo así, pero no estoy ni mucho menos segura. No paso nunca miedo, ni por la calle ni en mi casa. Nadie me persigue o me llama de forma anónima. Entonces, ¿por qué a mi cabeza le da por asustarme? ¿Qué pasa, que el subconsciente necesita su ración de terror de vez en cuando y, si no lo tiene, se la inventa?¿Qué tipo gente me creo que hay por el mundo? ¿Quién soy yo? ¿Soy la misma que sueña a pesar de no reconocerme a mí misma en mis propios sueños?

Estos sueños junto a otros que no puedo contar por su poca consistencia y por el escaso recuerdo que tengo de su hilo conductor, si es que lo tenían, me están haciendo pensar mucho últimamente. Qué recovecos, qué extraños secretos, qué guiños y qué humor tan misteriosos tiene nuestra mente. Y qué poco sabemos de ello, que forma una parte tan esencial de nosotros mismos... Assurdo, ¿no?

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