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Aventuras y desventuras de una Gran Cacho de Perkins
16/8/10
Casualidad poética
Es curioso cómo la casualidad juega con las impresiones, los sentimientos, las percepciones. Un ejemplo de esto es lo que me pasó el viernes en el avión, cuando me decidí a abrir mi lectura "obligatoria" de Juan Ramón Jiménez, Diario de un poeta reciencasado. Obligatoria porque tengo que leerme la introducción y el análisis, pero mientras, al llegar al final de un apartado, abro el libro y busco un poema de manera aleatoria a modo de premio por haberlo soportado hasta ahí. Eso hice en lo alto, y éste es el primer poema que mi mano halló:
VÍSPERA
Ya, en el sol rojo y ópalo del muelle,
entre el viento lloroso de esta tarde
caliente y fresca de entretiempo,
el barco, negro, espera.
--Aún, esta noche tornaremos
a lo que ya casi no es nada
- adonde todo va a quedarse
sin nosotros)-,
infieles a lo nuestro.
Y el barco, negro, espera.—
Decimos: ¡Ya está todo!
Y los ojos se vuelven, tristemente,
buscando no sé qué, que no está con nosotros,
algo que no hemos visto
y que no ha sido nuestro,
¡pero que es nuestro porque pudo serlo!
¡Adiós! ¡Adiós! ¡Adiós a todas partes, aún sin irnos
y sin querernos ir y casi yéndonos!
...Todo se queda con su vida,
que ya se queda sin la nuestra.
¡Adiós, desde mañana –y ya sin casa—
a ti, y en ti, ignorada tú, a mí mismo,
a ti que no llegaste a mí, aun cuando corriste,
y a quien no llegué, aunque fui de prisa
--¡qué triste espacio en medio!—
...Y lloramos, sentados y sin irnos,
y lloramos, ya lejos, con los ojos, mares,
contra el viento y el sol, que luchan, locos.
Es curioso cómo la casualidad juega con las impresiones, los sentimientos, las percepciones. Un ejemplo de esto es lo que me pasó el viernes en el avión, cuando me decidí a abrir mi lectura "obligatoria" de Juan Ramón Jiménez, Diario de un poeta reciencasado. Obligatoria porque tengo que leerme la introducción y el análisis, pero mientras, al llegar al final de un apartado, abro el libro y busco un poema de manera aleatoria a modo de premio por haberlo soportado hasta ahí. Eso hice en lo alto, y éste es el primer poema que mi mano halló:
VÍSPERA
Ya, en el sol rojo y ópalo del muelle,
entre el viento lloroso de esta tarde
caliente y fresca de entretiempo,
el barco, negro, espera.
--Aún, esta noche tornaremos
a lo que ya casi no es nada
- adonde todo va a quedarse
sin nosotros)-,
infieles a lo nuestro.
Y el barco, negro, espera.—
Decimos: ¡Ya está todo!
Y los ojos se vuelven, tristemente,
buscando no sé qué, que no está con nosotros,
algo que no hemos visto
y que no ha sido nuestro,
¡pero que es nuestro porque pudo serlo!
¡Adiós! ¡Adiós! ¡Adiós a todas partes, aún sin irnos
y sin querernos ir y casi yéndonos!
...Todo se queda con su vida,
que ya se queda sin la nuestra.
¡Adiós, desde mañana –y ya sin casa—
a ti, y en ti, ignorada tú, a mí mismo,
a ti que no llegaste a mí, aun cuando corriste,
y a quien no llegué, aunque fui de prisa
--¡qué triste espacio en medio!—
...Y lloramos, sentados y sin irnos,
y lloramos, ya lejos, con los ojos, mares,
contra el viento y el sol, que luchan, locos.
Juan Ramón Jiménez, 1916
Sin pensarlo más, me sonreí a mí misma, qué casualidad leer primero tal poema cuando me acabo de despedir de todo y de todos. Seguí leyendo la pesada introducción, blabla, blabla que ya se me ha olvidado, y en el momento de pasar a otro epígrafe, volví a abrir el libro, intrigada por qué me saldría ahora. Ésto es lo que leí:
Nocturno
Tan inmenso que es ¡oh mar! el cielo,
Como es el mismo en todas partes,
Puede el alma creerlo tan pequeño...
Enclavado a lo eterno eternamente
Por las mismas estrellas,
¡qué tranquilos sentimos, a su amparo,
el corazón, como en el sentimiento
de una noche, que siendo sólo nuestra madre,
fuera el mundo!
¡Qué refugiados nos sentimos
bajo su breve inmensidad definitiva!
Quizá alguno de los que lea esto no sepa la bonita noche que pasé con amigos muy queridos, al amparo de las estrellas, buscando las lágrimas de S. Lorenzo y observando los secretos a gritos de cada constelación. Pero me hizo gracia pensar por qué extrañas conexiones o casualidades de la vida tuvieron que salir estos poemas justo, y no otros cualesquiera... Qué curioso.
Sin pensarlo más, me sonreí a mí misma, qué casualidad leer primero tal poema cuando me acabo de despedir de todo y de todos. Seguí leyendo la pesada introducción, blabla, blabla que ya se me ha olvidado, y en el momento de pasar a otro epígrafe, volví a abrir el libro, intrigada por qué me saldría ahora. Ésto es lo que leí:
Nocturno
Tan inmenso que es ¡oh mar! el cielo,
Como es el mismo en todas partes,
Puede el alma creerlo tan pequeño...
Enclavado a lo eterno eternamente
Por las mismas estrellas,
¡qué tranquilos sentimos, a su amparo,
el corazón, como en el sentimiento
de una noche, que siendo sólo nuestra madre,
fuera el mundo!
¡Qué refugiados nos sentimos
bajo su breve inmensidad definitiva!
Juan Ramón Jiménez, 1916
Quizá alguno de los que lea esto no sepa la bonita noche que pasé con amigos muy queridos, al amparo de las estrellas, buscando las lágrimas de S. Lorenzo y observando los secretos a gritos de cada constelación. Pero me hizo gracia pensar por qué extrañas conexiones o casualidades de la vida tuvieron que salir estos poemas justo, y no otros cualesquiera... Qué curioso.
Jomments:
Hay veces que quiza buscamos nosotros las casualidades, pero sin embargo en otras ocasiones son las casualidades las que nos buscan a nosotros.
Recuerdo que tras visitar la tumba de nuestro querido profesor,cuando volviamos de Oxford a Manchester por la autovía, estuvo acompañandonos un buen rato en el carril de al lado un supertrailer que llevaba dibujado en su costado una escena de la pelicula El Señor de los Anillos con los jinetes negros, Sombragris, Legolas y Aragorn a caballo. Fue increible.
¿Casualidad? ¿Regalos del destino? ¿Los duendes que nos gastan pequeñas bromas? Quién sabe.
Besitos guapa.
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Recuerdo que tras visitar la tumba de nuestro querido profesor,cuando volviamos de Oxford a Manchester por la autovía, estuvo acompañandonos un buen rato en el carril de al lado un supertrailer que llevaba dibujado en su costado una escena de la pelicula El Señor de los Anillos con los jinetes negros, Sombragris, Legolas y Aragorn a caballo. Fue increible.
¿Casualidad? ¿Regalos del destino? ¿Los duendes que nos gastan pequeñas bromas? Quién sabe.
Besitos guapa.